2013 (I): Y la política perpetuó el déficit tarifario

Culminado el azaroso proceso que ha terminado en diciembre con la aprobación de la Ley del Sector Eléctrico, es innegable que el comienzo de 2013 brindaba importantes pistas sobre cómo sería el devenir de los acontecimientos en materia energética a lo largo del año, dejando para otra entrega lo relativo a la intervención del mercado eléctrico, que bien podría ser el canto de cisne del ministro Soria en caso de que el informe de la CNMC no sea taxativo y prescinda de aportar las pruebas que justifiquen la anulación de la subasta CESUR de diciembre.
En este sentido, si en 2012 se daba cobertura legal al déficit de tarifa mediante una disposición final incrustada en el Real Decreto Ley sobre protección a los Empleados de Hogar, una enmienda añadida a última hora en el Senado a la Ley del Sector Eléctrico dejó sin efecto en diciembre, como si nunca hubiera existido, una Ley aprobada previamente en octubre por las Cortes Generales por la que Hacienda daba a Industria 2.200 millones para contrarrestar el déficit tarifario de 2013, medida presentada el 1 de febrero por José Manuel Soria en Consejo de Ministros.
Esta medida fue recogida en el Real Decreto 2/2013 de medidas urgentes en el sistema eléctrico y en el sector financiero: un paquete legislativo que modificó el sistema de primas a las renovables. El propio Soria lo defendió en el Congreso argumentando que era la forma «más justa y equilibrada» de combatir el déficit tarifario. Un anticipo de lo que sería la reforma eléctrica impulsada fatigosamente meses después y apenas atisbada por entonces; unas medidas que colocaban, en primera instancia, a las tecnologías renovables en el foco central de las causas principales del déficit por el desorbitado crecimiento de las primas y la potencia en los últimos años.
La ausencia de tacto y de diálogo ha sido una constante a la hora de legislar; la coordinación en el Ejecutivo no es mucho mejor. Que Cristóbal Montoro haya hecho prevalecer el objetivo de déficit público sobre la lucha contra el déficit de tarifa, desautorizando y arruinando el discurso realizado durante meses por José Manuel Soria y demás equipo ministerial, sigue también la senda marcada por el comienzo del año. 2013 arrancaba con un nuevo secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, teledirigido por la Oficina Económica de Moncloa dirigida por su hermano, Álvaro Nadal. Nadal tomaba posesión de su cargo avalando la gestión de su antecesor, Fernando Marti Scharfhausen, y mostrándose optimista ante un déficit de tarifa “encauzado”. Hace un año, este problema estaba en el ojo del huracán; ahora lo están el propio Nadal y su reforma, con el secretario de Estado momentáneamente desaparecido desde la anulación de la subasta eléctrica CESUR.
Si larga fue la espera de la reforma energética hasta que en julio se concretaron las medidas, mucha fue la especulación sobre la nueva normativa que José Manuel Soria y Alberto Nadal podían alumbrar. También se produjeron algunas declaraciones que no pasaron inadvertidas; en una entrevista a Expansión, Soria se jactó de que «la nueva ley eléctrica no gustará a las empresas del sector». Toda una declaración de intenciones que fue acompañada de su correspondiente salida de tono por Alberto Nadal con las alusiones que realizó en el Senado lamentando que el diálogo con la compañía eléctrica «clave» en la quema del carbón nacional -Endesa- no era «fluido» debido a que su titularidad accionarial es italiana.
Los excesos verbales y temeridades en materia energética no cesaron a lo largo del año con continuas contradicciones alrededor del déficit de tarifa. Este déficit comunicativo terminó contagiándose al presidente Mariano Rajoy, que terminó el año celebrando como un éxito de su Ejecutivo que la luz «sólo» suba un 2,3% en el primer trimestre de 2014.
Una subida intervenida que anticipa nuevas subidas en el recibo para próximos trimestres a raíz del mecanismo automático que se ha introducido en la Ley del Sector Eléctrico y que pretende que el Gobierno no sufra ningún coste político al desentenderse de la decisión de incrementar los peajes; en próximos meses veremos cómo el recibo sube y el Gobierno se sacude de encima la responsabilidad de tal subida para pasar a referirse a desajustes del sistema eléctrico corregidos por la Ley. Si hasta ahora el déficit procedía de la parte regulada del recibo, la intervención del mercado con un precio fijado por el Gobierno generará por primera vez déficit tarifario en la parte liberalizada al situarse muy por debajo de los precios marcados por el mercado de la electricidad, que apuntaba a subidas del 7-8% en el recibo, cifras alejadas al 11,5% que finalmente marcó la subasta pero también al 2,3% que fija el Gobierno.
Estas subidas futuras, que sin duda se producirán al estar recogidas en la Ley, buscan amortiguar los efectos políticos que podía tener la subida del 11,5% con las elecciones europeas en el horizonte. En todo caso, sigue la estrategia de huida hacia adelante. En contra de lo que manifestó en su balance de mitad de legislatura, Mariano Rajoy se dará cuenta en 2014 de que el déficit de tarifa no sólo no está encauzado sino que no cesa de generarse. Y de que lejos de solucionarle un problema, José Manuel Soria le ha creado varios: más déficit tarifario, litigiosidad, arbitrajes internacionales, temores de intervención del mercado, subida de la prima de riesgo en el precio de la energía en el mercado de generación. En definitiva, cronificación del problema.