Subida/no subida de la luz para el tercer trimestre de 2013

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Uno. Los intentos de sembrar cizaña alrededor del funcionamiento del mercado eléctrico han resultado más o menos infructuosos; unos con más cobertura institucional que otros (pero por parte de instituciones sin legitimidad, como la CNE, cuya oportunidad en tratar temas relativos al mercado inmediatamente antes de las subastas es pasmosa). Por otro lado, la fuerte bajada precedente no deja lugar a movimientos basculacionistas en los que, con las subidas, se genera escándalo y con las bajadas se amortizan.
Dos. La evolución de las tarifas de último recurso y del mercado eléctrico es coherente con la estacionalidad y las relaciones de oferta y demanda existentes en el mercado español; algo que vuelve a corroborar que el mercado funciona y que lo que es disfuncional es la política energética. Las insinuaciones y sombras de duda viven entre la inconsistencia y lo efímero del instante anterior a la subasta trimestral.
Tres. Las tarifas de acceso se mantienen inalteradas, intactas, pese a las advertencias y admoniciones de la reforma en ciernes: si baja el componente energético, se absorben y bajan; si sube el componente energético, se congelan. Podría parecer que en el segundo de los casos, los peajes «no suben». Pero, en realidad, sí suben; lo que ocurre es que no se trasladan.
Cuarto. Una lectura razonable es que, tras varios años didácticos, la distinción relativa a lo que son los costes regulados ha calado. En sentido contrario, se mantiene el componente político de las subidas de la luz y, aún más, la explicación de su origen y las decisiones que lo componen siguen siendo evanescentes, como si no perteneciesen a nadie. Consecuentemente, asistimos a un intento de abrir un arco ambiguo que dé cobertura a las medidas futuras, de tintes tenebrosos y desasosegantes, en proceso de cocción lenta. Eso sí, siempre interpretable en clave y en términos políticos y de opinión pública, ahora con la mirada muy atenta de Europa y las instituciones sobre nosotros. ¿Cómo justificar las subidas políticas y no subidas, las decisiones de costes regulados, la pérdida de seguridad jurídica y, a la vez, el crecimiento de este déficit y la creación de otros como el gasista o el del butano?
Quizás es un problema que se deriva de que, tras cada subida, un ministro tenga una alcachofa delante para hacer declaraciones y sea algo opinativo. Quizás el problema es que el desenlace en ciernes del problema del déficit tarifario (acrecentado por la falta de pericia económica, política y gestora), incorpore componentes interpretativos. El signo de los tiempos.