Mercado eléctrico y subastas CESUR: instituciones con legitimidad

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La noticia de que la CNE, en su informe de supervisión, confirma la transparencia en el funcionamiento del sistema de subastas CESUR, quitando las suspicacias y las sombras de sospecha que, interesadamente, se habían propagado desde ciertas y diferentes instancias es, ciertamente, una muy buena noticia, que requiere su valoración. No hay indicios de alteraciones, ni siquiera en los días previos a la subastas, como ha confirmado el órgano regulador y supervisor independiente, frente a lo enfatizado hace unos meses de forma frívola por los detractores del mercado.
En estos momentos, habría que recuperar la memoria histórica y habría que recurrir a la hemeroteca para ver cómo ciertos medios de comunicación, sus cabeceras y sus escribidores, se concentraban en aplicar la pena capital a las subastas de electricidad para la tarifa de último recurso, toda vez que, fruto de las tensiones de oferta y demanda de electricidad estacionales de cada revisión, los precios resultantes crecieron o se mantuvieron en las dos últimas revisiones trimestrales. Curiosamente, estas sospechas no se pronunciaban cuando los precios de la electricidad caían en estas subastas y permitían compensar las subidas de costes regulados. Burdo y oportunista, sí, pero consta en las hemerotecas.
Por cierto, esta evolución era algo que, con un cierto y básico análisis económico (liberal, de mercado, únicamente basado en la oferta y la demanda, eso sí), era evidente. Además, es conocida la creciente competitividad existente en el mercado de generación eléctrico español por la participación de cada vez más operadores entrantes así como de diferentes tecnologías concurrentes, de forma que su funcionamiento recoge las condiciones de oferta, demanda y capacidad.
Pero, en su lugar, su tratamiento ha estado sujeto a posiciones, intereses y controversias extraeconómicos, políticos, ideológicos o demagógicos que se aprovechan de la facilidad con la que prenden las sospechas sobre todo lo empresarial en nuestro país, en una concepción de la economía ultramontana y peronista, insólita incluso para los partidos políticos socialdemócratas europeos y americanos. Habría que recordar, además, cómo desde todas estas instancias azuzaban al Gobierno, necesitado de buenas noticias, o al menos de no dar malas, para incendiar una polémica por la vía de la generación de la sospecha y la deslegitimación irresponsable.
Claro, como con los últimos resultados de estas subastas no se podían absorber los crecimientos continuos y acelerados de los costes regulados (cuya decisión es estrictamente administrativa/política/discrecional), por descensos o mantenimientos en el factor energía del coste del suministro, sin subir la tarifa (incurriendo en costes políticos), la solución era sembrar cizaña sobre el funcionamiento de mercado eléctrico y las subastas. Y, todo ello, con la mera enunciación concatenada e intencional de las noticias, presentadas maliciosamente y en el momento oportuno, para cuestionar el mercado eléctrico.
Es más, de esta manera, con la trama conspiratoria, siempre más atractiva que el aburrido análisis económico, se distraía la fuerte tendencia de crecimiento geométrico de los costes regulados, disfrazando el problema. Recuerden, a tal efecto, lo que los llamados «archivos sonoros» nos pueden aportar con respecto a las subastas y al mercado, en las declaraciones que el exconsejero de la CNE, Jorge Fabra, azote del mercado, efectuaba a los medios de comunicación, difundiendo estas sospechas y otras más, uncidas a las revisiones tarifarias trimestrales. Todo un clásico ya.
Pero, es más. La existencia del colectivo retroprogresivo de la electricidad, impropia de una economía occidental, con sus integrantes que alientan la erosión del funcionamiento de mercado, para dinamitar este modelo y sus mecanismos de eficiencia basados en la competencia, es el soporte ideológico que lo mantiene. Este colectivo pretende suprimir el mercado para sustituirlo por un modelo intervencionista, de planificación y de rentas discrecionales sin empresas, ni iniciativa privada en términos factuales. Por eso alientan la involución sobre la liberalización y el mercado, dado que, a su juicio, es más fácil pagar cuatro veces más la generación de un MWh de una tecnología vía subsidios, que dejar que el mercado libre funcione, con reglas claras, pero sin intervenciones y que sus precios medios sean de los más bajos de Europa.
Hay que contextualizar, por tanto, esta noticia en lo que supone, proporcionándole la relevancia e importancia que merece. Esta noticia confirma, reafirma y avala el funcionamiento del mercado mayorista de generación español, como mecanismo eficiente de formación de precios en un marco competitivo. El mercado como pieza básica del proceso de liberalización y de organización y funcionamiento sectorial. De hecho, el mercado, en sí, es una institución y, en nuestro país sigue persistiendo la necesidad de esta institucionalización y de mecanismos que garanticen una correcta percepción de los hechos económicos, inclusive en los precios de la electricidad. Sucede, además, en un momento de deriva económico-sectorial muy intenso, fruto de los vaivenes políticos e ideológicos que circundan el sector eléctrico, a cuenta de las medidas en ciernes, donde cada noticia persigue un fin solapado.
Es una noticia importante, por tanto, para el sector eléctrico, para los consumidores y para la economía, en general.