Atención: vuelve el petróleo caro

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La tendencia alcista de los precios del petróleo, bordeando el filo de los 100 dólares, se cierne en un momento de incipiente recuperación en la economía internacional y en las principales economías occidentales. Existen dudas entre los analistas sobre si este nivel de precios altos es el preludio de una etapa prolongada de precios mantenidos elevados del crudo o si se trata de tensiones coyunturales en los mercados. En todo caso, los peores presagios serían los de que se produjera este alza de precios con la recuperación económica en ciernes, incluso en algunos países, como España, con cifras muy tímidas de crecimiento económico y sin creación de empleo.
A favor de la primera postura están quienes piensan que los niveles de producción actual de la OPEP son lo suficientemente holgados como para atender la demanda, mientras que a favor de la segunda están quienes anticipan un descenso de la demanda tras el riguroso invierno de 2010. Hay que recordar que los precios del crudo han aumentado un 44 % desde los mínimos de mayo de 2010, en una carrera incansable. Eventos como el vertido del Golfo de México fueron un primer detonante de una subida casi en vertical (los accidentes en este tipo de plantas siempre se traducen en mayores precios del crudo). A esto se une la incertidumbre geopolítica en Oriente Medio, ahora con la crisis egipcia como telón de fondo (pero siempre con la amenaza de su extensión y propagación) que pone en alerta sobre posibles incidencias del tráfico de petróleo a través del Canal de Suez, que puedan obligar a desviarlo por el Cabo de Buena Esperanza. Los expertos reducen el alcance de la crisis egipcia y su «reconducción» política.
Pero existen otros elementos que parecen apuntar a que podríamos estar ante una situación de precios elevados del petróleo más sostenida en el tiempo. Primero, las condiciones de demanda: el despertar de las economías emergentes con el consecuente incremento de la demanda mundial. Segundo, en lo que se refiere a las condiciones de oferta: los nuevos yacimientos incurren en unos importantes costes de extracción por su profundidad y las condiciones de la misma, las dudas crecientes sobre los biocombustibles y biocarburantes como sustitutos del petróleo, o cuestiones puntuales pero que afectan a la evolución futura como la decisión de la Administración Obama de no permitir la exploración en Alaska, parece que anticipan una etapa larga de precios altos del crudo.
Por su parte, los precios del gas vienen manteniendo una tendencia bajista derivada fundamentalmente de las condiciones de oferta. Parece que el efecto de la recuperación mundial en este mercado no anticipa la misma escalada de precios como a la que estamos asistiendo en el caso del petróleo. El comercio de gas natural licuado, cada vez con más países interviniendo en este mercado, y la existencia de un número importante de plantas de licuefacción y de regasificación (el caso español es paradigmático dada su diversificación de suministro) han dado una flexibilidad enorme a este mercado. Esto y las nuevas tecnologías para la obtención de gas han desvinculado finalmente la asociación de precios tradicional existente entre gas y petróleo. En este sentido, es especialmente notoria la caída de las importaciones de gas en Estados Unidos, de forma que en el comercio internacional de GNL ya se están poniendo en circulación excedentes de este país. De ahí, que aunque existen importantes intereses españoles en el sector gasista en Egipto, el efecto de esta crisis sobre los precios del gas parece menos intenso que en el caso del petróleo.
Dos derivadas para los próximos días: la primera, los efectos sobre la factura energética global de esta tendencia alcista en los precios del crudo. Segunda, el análisis de cómo, estando en un momento de precios elevados, aunque no en máximos del crudo, sí que tenemos o bordeamos los precios máximos de los carburantes.