La entente Repsol

El sector energético parece que entra en una fase maniquea, de forma que determinadas “ententes” siempre tienen como componente esencial una pareja protagonista enfrentada. Es el caso de Florentino Pérez e Ignacio Sánchez Galán en el caso de Iberdrola y también es el caso Luis del Rivero-Antoni Brufau en el caso de Repsol, en un escenario episódico que comienza ahora.
Haciendo abstracción de las historias más truculentas el proscenio (proceso de compra de Sacyr en Repsol, participación accionarial y en el Consejo de Sacyr, el episodio ruso, los cruces de acusaciones sobre el cuestionamiento de la gestión de las dos compañías,…), el problema deviene, en principio, de que la política de dividendos anunciada por Repsol (Brufau) no satisface a Sacyr (Del Rivero) por insuficiente. La posición de Repsol tiene dos vectores, que parten de su plan estratégico y la evolución de la empresa: el primero, la caída generalizada de resultados de las petroleras y, segundo, la necesidad de continuar con un esfuerzo inversor que le está dando buenos resultados en el área de exploración y extracción de crudo (upstream).
La posición de Sacyr deviene fundamentalmente de cómo hizo la compra de Repsol, con un fuerte apalancamiento, sin dinero y fiado a la propia política de dividendos para atender los vencimientos de este endeudamiento. El hecho es que una empresa, constructora e inmobiliaria fundamentalmente, diversifica, con buen criterio, sus inversiones en un sector como el energético que tiene dos características clave: sus ingresos son recurrentes pero, a la vez, la necesidad inversora es muy importante. Es un sector, el energético, donde la inversión tiene un papel muy relevante y las empresas que operan son conocedoras de la necesidad de articular el ciclo resultados-caja-financiación-inversión con eficiencia. Es una regla del sector que muchas veces ni los reguladores conocen su grado de importancia y piensan que todo es igual. O que es igual ocho que ochenta, por lo que regulan de aquella manera.
Muy diferentes a este ciclo de resultados-caja- financiación-inversión son los modelos de generación de plusvalía y distribución de resultados habituales en otros sectores y que, desde este medio, no tenemos la osadía de tildar de especulación. Primero, porque la especulación es otra cosa; segundo, porque la especulación tiene un papel en los mercados atribuido y necesario y, tercero, porque la especulación tiene una connotación peyorativa que no compartimos.
Desde distintas instancias se anima o se insinúa a que Repsol abandone la política de exploración que tantos buenos resultados le está dando especialmente en Brasil. Inciso número uno, habría que tener en cuenta las oportunidades que genera la política y comportamiento del gigante carioca en el ámbito energético e inversor, lo que merece por sí mismo un análisis pormenorizado y concreto, dado que esta potencia emergente se está uniendo a Chile como los países más serios del continente, en este caso con Lula a la cabeza. De esta manera y con esta decisión desinversora “aguas arriba” que se insinúa, habría campo libre para descapitalizar Repsol, dar a Dios lo que es de Dios y a Rivero lo que necesita Sacyr para tener oxígeno. La secuencia lógica que está detrás de este razonamiento es cómo atendiendo a un 20 % de la propiedad de una empresa, se debería modificar el plan estratégico de la participada para resolver los problemas financieros de la primera.
Al parecer hoy, el Consejo de Administración de Repsol acordará una reducción del dividendo previsto del 19 % que daña las expectativas de Sacyr (Luis del Rivero). Desde algunos medios se informa de que el problema es de mayor calado, pues la disconformidad del constructor murciano con la política de Repsol es más profunda que meramente la que se ha evidenciado con la política de dividendo y parece ser que se extiende a más aspectos de la política, estrategia y gestión de Antoni Brufau. En este embrollo, La Caixa, Fainé se mantiene equidistante y parece que tras la aprobación de este dividendo las espadas seguirán en alto y la batalla se trasladará a la Junta General, desde donde del Rivero reclamaría su posición accionarial y su presencia en el Consejo de Administración.
La batalla empieza ahora y se torna apasionante. Seguiremos.