El consumo de gas aumentará, pero en creciente competencia con las renovables

Al inaugurar en Buenos Aires la Conferencia Mundial del Gas, el presidente del grupo español Repsol, Antonio Brufau, vaticinó que la demanda global de gas crecerá un 22 por ciento en los próximos 25 años.
Brufau predijo que la demanda de gas será impulsada por el crecimiento de los países emergentes, un pronóstico con el que coincidió el vicepresidente del directorio de Gazprom, Alexey Miller.
«Para 2020 la población mundial va a llegar a 8.500 millones de habitantes, con un aumento del consumo de gas per capita aportado principalmente por China, India, Brasil e Indonesia», afirmó el ejecutivo del gigante energético ruso.
Estos pronósticos de una creciente demanda coexisten con otros que vaticinan que el gas natural en los próximos años deberá afrontar el desafío de las crecientes fuentes de energía renovable.
Las llamadas «energías limpias» están llamadas a ocupar una porción cada vez mayor dentro de la matriz energética gracias a los compromisos asumidos por los países para reducir la emisión de gases de efecto invernadero como estrategia para combatir el cambio climático.
Europa, por ejemplo, ha comprometido un recorte del 20 por ciento en sus emisiones para 2020, una meta ambiciosa que supondrá que para entonces ese continente deberá haber incrementado el peso de las energías renovables dentro de su matriz energética desde el actual 7 por ciento hasta un 20 por ciento.
Este avance de las energías renovables podría suponer a priori un retroceso para el gas natural, segunda fuente de energía más utilizada en Europa.
Sin embargo, expertos y empresas coinciden en que los compromisos ambientales adoptados por los Gobiernos podrían volverse una «oportunidad» para el gas en, por ejemplo, la sustitución del carbón para producir electricidad con menor coste económico y ambiental.
Según Bernhard Reutersberg, director general de la empresa alemana E.ON Ruhrga, el gas es una energía «limpia, amistosa con el ambiente, confiable y segura» que, junto con el petróleo y la energía nuclear «seguirán aportando por mucho tiempo al mundo porque el desarrollo de energías renovables es lento».
«Habrá un crecimiento en el uso del gas a medida que los países actualicen sus agendas respecto al cambio climático», dijo en una rueda de prensa Coby van der Linde, catedrática y directora del Clingendael International Energy Programme.
Con un discurso menos ambientalista, el directivo de Gazprom, la mayor empresa productora de gas del mundo, fue enfático al afirmar que el desarrollo de la economía sólo es posible gracias a los hidrocarburos, una fuente a su criterio insustituible de momento, mientras aseguró que el gas es la energía «más barata y la única que puede garantizar el suministro en momentos de demanda pico».
Gazprom es el mayor abastecedor de gas a Europa, cuyo consumo cayó si significativamente por efecto de la crisis global y «podría llegar a compensarse en tres años», según vaticinó Reutersberg.
Esta abrupta caída en el consumo está afectando a los precios del gas natural, que en algunos casos llegan a entre 3,50 y 4 dólares el millón de BTU (unidad térmica británica) en «boca de pozo», lo que vuelve inviables algunos proyectos de exploración y producción, según explicó Tim Eggar, presidente de la compañía rusa Nitol Solar.
Eggar indicó que actualmente hay «exceso de oferta de gas, por lo que habrá mayor competencia entre los proveedores».
Para el futuro, en la conferencia que concluirá el próximo viernes en Buenos Aires se multiplican las voces que ven «cambios significativos» en el mercado del gas gracias al desarrollo de los gases no convencionales, como el metano y otros derivados de minerales que, por ejemplo, ya empezaron a extraerse en yacimientos de carbón de Canadá y Australia.
Otro elemento que dinamizará el sector será la creciente demanda de gas natural licuado (GNL), que según algunos pronósticos representará para 2020 el 25 por ciento del mercado del gas.
A juicio del presidente de Qatargas, Faisal Al-Suwaidi, hay perspectivas favorables para una mayor producción de GNL, aunque reconoció que el desarrollo de ese sector es «lento».