El año del aterrizaje forzoso

Es el momento en que se están multiplicando los análisis relativos al primer año de la acción de gobierno del segundo ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero tras las elecciones del 9 de marzo de 2008. Corresponde, por tanto, hacer también un análisis de lo que ha sido este primer año en el ámbito energético del nuevo equipo del Ministerio de Industria, con Miguel Sebastián y Pedro Marín a la cabeza de este departamento del Ejecutivo. El nombramiento de Miguel Sebastián como Ministro de Industria, Turismo y Comercio concitó, en un primer momento, ríos de tinta en los medios de comunicación en la medida que su papel en la Oficina Económica del Presidente y su relación directa con Zapatero le daban una capacidad potencial de lateralización al Vicepresidente Pedro Solbes que ofrecía enormes suspicacias. Parece que el tiempo ha dibujado una relación mucho más estable de lo que parecía en un primer momento, todo ello unido al deterioro o los ciclos por los que ha pasado la relación Zapatero-Sebastián fruto de algunas declaraciones en concreto.
En todo caso, antes de hacer este análisis, es necesario dibujar correctamente lo que es el escenario que fue el punto de partida, en la medida que este primer momento ha condicionado y condicionará en el futuro notablemente su gestión. Se cerraba en ese momento la pintoresca etapa de Joan Clos en el Ministerio de Industria (en posición dolce far niente), con Ignasi Nieto como Secretario General de Energía (intrépido, temerario y autoritario). Un extravagante tributo a determinados sectores del socialismo catalán que configuraron el equipo energético, si lo unimos al papelón de Maite Costa como Presidenta de la CNE.
En conjunto, una etapa de fuertes tribulaciones, justificaciones genitales en muchos casos, de un enfrentamiento abierto con el sector, desarrollo regulatorio atroz fuertemente desequilibrado, iniciativas muy precipitadas y espasmódicas, judicialización del sector, arbitrariedad e inseguridad regulatoria, deterioro del modelo de mercado y liberalización, sumisión a REE irrogada en regulador in péctore (a la que sólo le faltaban las autoliquidaciones de sus activos) y derroche del déficit tarifario “a todo trapo” en momentos en que la crisis económica no azotaba a la economía española y era posible buscar una transición, modelo latino, por plazos, dosificada, menos dolorosa, pero el problema es que no había convicción para realizarla.
Por tanto, si hacen la lista de los asuntos que tiene hoy en cartera el actual equipo Ministerial, casi se puede ver el paralelismo con todas las trapisondas heredadas del anterior equipo energético y que es necesario arreglar, con un comportamiento que se mezclaba con lo que Enric Juliana califica de “pensamiento mágico” (capacidad que atribuye a determinados miembros de la clase política catalana actual de pensar que con sólo desear algo se puede conseguir, como un Estatuto de Autonomía sin mácula). Así, por ejemplo, lo primero que tuvo que arreglar este equipo fue el disparate de la regulación de los mecanismos retributivos de la energía fotovoltaica (que se había desbocado por una política de incentivos insoportable y descontrolada, fruto de una mala regulación). En todo caso, ahora en este sector cunde la impresión de que ha habido un exceso de frenada.
Segunda cuestión de gran calado en este año: la negociación para resolver el sangrante y lacerante problema del déficit tarifario que hace daño a consumidores, empresas y al país en su conjunto y que fue cebado con la política de tarifa baja con precios altos de la energía y las materias primas incomprensiblemente seguida en la etapa anterior. Un proceso que parece que está llevando más tiempo del previsto inicialmente (un exceso de optimismo ha hecho apreciar un acuerdo final inminente en varios momentos), en el que el Ministerio de Industria dibujó una regla de tercios (consumidores, Administración y empresas), sobre la que después han existido injerencias desde Moncloa y de determinados sectores involucionistas y retroprogresivos del sector energético. Todo ello ha ido retrasando este proceso. En todo caso, el fracaso de la CNE en la subasta del déficit tarifario, mitad por la situación financiera del país y mitad por la incapacidad para gestionar los avales públicos de este activo, nos ha llevado al aterrizaje forzoso.
Traca final: la aplicación del modelo ISO en las redes, tanto gasista como eléctrica, recientemente conocida, con la intención de abordar uno de los temas más espinosos del sector energético español. Una medida que ha desbordado a Red Eléctrica de España y a su procedimiento para tenerlo todo atado y bien atado, de forma que el propio Ministro de Industria, Miguel Sebastián deja en evidencia a su presidente actual Luis Atienza en su pretensión de que no va haber cambios en REE. A lo mejor es que está releyendo “El Gatopardo”, pero es evidente que la cúpula directiva de REE no pasa por sus mejores horas tras la publicación de esta noticia.
En todo caso, podemos resumir que este equipo energético ha tenido un comportamiento mucho más cauteloso que el equipo anterior, además de tener que resolver los follones almacenados (muchos van a ir estallando en breve). Algo que es necesario y de agradecer para el sector energético y para la economía española, necesitada de volver a los métodos.