Miguel Sebastián: el hombre que pudiera reinar

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Si tuviéramos que elegir al hombre del año dentro del sector energético, este sería, con total claridad, Miguel Sebastián, gracias a su entrada en la cartera de Industria tras las elecciones generales del nueve de marzo. Hombre de indudable prestigio, como buen economista, se enfrenta a uno de los sectores más macroeconómicos del gobierno: Industria. Y, todo ello, con la carencia trágica de que, probablemente en los últimos doce años, no ha existido una política industrial clara en nuestro país. Por tanto, reto importante para Sebastián, puesto que casi siempre se ha vivido la Industria como una “maría”, algo que llegó al paroxismo con Joan Clos.
En todo caso, y salvada la coyuntura de que vivimos en un un país sin energía con gran intensidad energética, cabe incluso la pregunta de si no sería necesario tener un Ministro de Energía. De hecho, Sebastián, hombre que entra al fondo de todos los temas, ejerce claramente de Ministro de Energía y de “hombre fuerte” del sector con el apoyo y ejecutoria de Pedro Marín, su Secretario General. Un tándem muy bien avenido y que nada tiene que ver con el anterior, formado por Ignasi Nieto y Joan Clos.
La designación de Sebastián, tenía como principal aval (sin menospreciar su respaldo académico y técnico) su relación con el Presidente del Gobierno, que en algún caso le había valido su inmolación. El “flechazo” Zapatero-Sebastián se remonta años atrás, cuando el ministro presentó su flamante propuesta del tipo único para el Impuesto Sobre la Renta de las Personas Físicas. Entre los meandros de esta relación, figura su paso por la Oficina Económica del Presidente, donde se le vincula a las operaciones que en la pasada legislatura tenían el sello inconfundible de Moncloa. Posteriormente, su asalto más que fallido a la candidatura a la Alcaldía de Madrid y que le llevó a estar un tiempo en la trastienda de la vida pública del partido.
Los mentideros más cercanos a Moncloa señalan, en las últimas semanas, un runrún según el cual, el actual Ministro de Industria habría perdido su ‘feeling’ con el presidente Zapatero. Si esto fuera así, el pronóstico ‘sotto voce’ que se hacía tras el nombramiento del gobierno de que, aproximadamente en el meridiano de la legislatura, Sebastián sería el nuevo Vicepresidente Económico, se haya desvanecido casi por completo. Se decía que Sebastián estaba permanentemente conectado por móvil con el presidente del gobierno y, no se sabe si esta desavenencia es momentánea o será permanente, pero parece que se multiplican las confirmaciones.
Por otra parte, todo el mundo reconoce que, lo que en un principio iba a ser un foco de conflictos, hasta el momento ha sido una relación correcta con Pedro Solbes, pese a que, en ocasiones, sus declaraciones recordaban a un Ministro de Economía y Hacienda en ciernes, mucho más preocupado por la macroeconomía que por la industria. En todo caso, parece que la fuerza de los hechos lo ha traído de este lado. Fundamentalmente porque parece que hubo una separación muy delimitada de las funciones y cometidos de cada área del Gobierno en el momento de la formación del mismo y sus problemas han podido venir tras comprobar que la Oficina Económica sigue funcionando como antaño y, ahora, sin él. Lo que sí le ha traído más de un problema es su oposición pública a la operación de Lukoil en Repsol.
Lo que se ha visto, de momento, en el plano energético, es que ha impreso mayor normalidad y tranquilidad regulatoria tras el anterior período convulsivo (de la era Clos-Nieto), y el mejor ejemplo ha sido el nuevo decreto para regular el exceso del RD 661/2007 en el campo de la fotovoltaica (pese al coletazo del proceso de investigación de las irregularidades en determinadas instalaciones para entrar en la retribución del decreto anterior). Algo parecido ha sido la solución a la regulación de los biocombustibles.
Por otra parte, ha percibido con toda su virulencia la gravedad del déficit tarifario y, al mismo tiempo, la premiosidad para la empresas tras el fracaso de las subastas del déficit tarifario que realizó la Comisión Nacional de Energía. Al mismo tiempo ha sido capaz de, con altibajos, dirigir un proceso de negociación en el que ha empezado jugando fuerte, aunque Moncloa ha acabado por entrar en liza y no se sabe por dónde terminará. En el plano de la liberalización, Sebastián ha apostado por la comercialización con una tarifa con un déficit tarifario acumulado en los peajes.
En el plano interno, a Miguel Sebastián se le reconoce un hombre trabajador y austero, y que se ha rodeado de un equipo de asesores técnico y muy numeroso que, a su vez, ha generado una fuerte suspicacia del aparato del Ministerio. Algo que, en todo caso, no ha evitado que le persiga una imagen frívola por algunas de sus propuestas en relación al reparto de bombillas de bajo consumo o la primera tarifa social, por lo que el flanco de la imagen y la percepción pública sigue siendo uno de sus puntos débiles.
Aseguran que su ritmo de trabajo es fuerte y, desde dentro, aseguran que sabe trasladar esa presión hacia abajo. Le desagrada enormemente el espectáculo permanente de la Comisión Nacional de Energía, un cáliz que deberá despejar pronto si no quiere que la situación pase directamente a la fase del pudridero, porque hoy ya es un pasivo para la política y acción energética del país.
Los que le conocen aseguran que es un ferviente defensor de lo que predica. El ahorro y la eficiencia energética son su sancta santorum y profesa la fe de un converso. En un sector en que sigue una cohorte de irreductibles retroprogresivos con pulsiones antimercado (y anti Unión Europea, si se tercia), las presiones para que Sebastián ejerza de intervencionista, no paran tampoco, como de vez en cuando le recuerda un grupo de consejeros de la CNE.
Lo que está claro es que 2009 no va a ser fácil para Miguel Sebastián, el hombre que pudiera ser Vicepresidente Económico, sustituto de Solbes (entonces estaría algo más bregado en responsabilidades de gobierno). Se atisban como pruebas de fuego, el final del proceso de negociación del déficit tarifario, la Prospectiva Energética, la ley de Eficiencia y Energías Renovables y el debate de la energía nuclear, entre otros.
Queda por despejar el subjuntivo del titular de este artículo, y saber si Sebastián, que hubiera podido ser Alcalde de Madrid, pudiera ser Ministro de Economía y si acabará con el déficit tarifario sin menoscabar el mercado y la credibilidad del sector energético, manteniendo la necesaria estabilidad regulatoria en el sector.