Miguel Sebastián ante su nueva responsabilidad

La esperada crisis o remodelación del gobierno, ha dejado una imagen clara, nítida, la de Miguel Sebastián nombrado ministro de Industria, Comercio y Turismo. Sólo ha tenido una pequeña erosión en los territorios que administraba su predecesor Joan Clos, el de la Innovación que, casualmente, va a ser gestionado por otro Ministerio, este de nueva creación, que dirigirá Cristina Garmendía, también directamente relacionada con el propio Miguel Sebastián.
Lo que está claro es que Miguel Sebastián irrumpe en el gobierno con mucho poder. Nombrado Ministro de Industria, Comercio y Turismo (uno de esos ministerios que tiene como principal rémora sus titulares y la carencia trágica de una política clara). Ha nombrado dos Ministras y ha aprovechado los “talentos” que tenía derivados de su relación directa y constante con el Presidente del Gobierno (en los periódicos del domingo se confirma que recibe más de tres llamadas diarias, tiene un teléfono dedicado a ello –eso, hasta el momento, sin ser Ministro, ni responsable de la Oficina Económica-. Sebastián no tiene un perfil gestor, es un hombre reconocido por sus nivel como economista, experto en macroeconomía, y sus relaciones en determinados ámbitos empresariales, presentes y pasadas, lo que acarrea fuertes suspicacias sobre sus formas.
También es cierto que su trayectoria pública no ha estado exenta de polémica hasta el momento. Por un lado, su salida de la Oficina Económica del Gobierno, estuvo precedida de que se traslucieran sus movimientos en la operación que dio lugar al cambio de propiedad de Endesa. Por otra parte, el primer intento fallido de ataque al BBVA, desde Sacyr Vallehermoso, ya dejó entrever su partipación como ‘mano invisible’ en las operaciones corporativas a las empresas españolas, quizá su aspecto más oscuro. Del mismo modo, su primera participación activa en la política como candidato al Ayuntamiento de Madrid, fue fallida, además de arrojar sobre su imagen pública nuevas sombras y dudas que certidumbres. Sólo una relación como la que mantiene con el Presidente (le defiende a capa y espada) justificaría una evolución tan sorprendente.
“Tengo ganas de trabajar en equipo con el resto de miembros del gobierno”, han sido sus primeras declaraciones. Algo que es positivo, en la medida que su paso por la Oficina (y post Oficina) ha estado marcado por acción solitaria y su capacidad de influencia directa sobre el Presidente. De hecho, la publicación por parte de varios medios de comunicación de su viaje a París, para entrevistarse con un colaborador de Sarkozy no es nada tranquilizador.
De todas formas, en estos momentos en los que comienza su andadura, sería razonable reconocer un voto de confianza, hacia el nuevo Ministro y su futura actividad. Sebastián seguramente ha reflexionado sobre su actividad pasada y debe haber adquirido la necesaria consciencia y responsabilidad institucional que supone el ejercicio del cargo público de este calibre. Este papel es, claramente, diferente y requiere otra forma de actuación. Por otra parte, que frente a posibles excesos, debe intervenir la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos ejerciendo su papel y evitando varios de los bochornos de la anterior legislatura.
Por su parte, Zapatero, en la configuración de todo el gobierno (y en estas áreas económicas especialmente) ha dominado el ‘derrape’, reflejando que no tiene ataduras, ni con los nacionalistas, ni con el partido, ni con los responsables de mejorar su imagen de cara a su reelección y de remontar las encuestas. José Antonio Alonso fuera del Gobierno, Jesús Caldera, ex ministro de Trabajo, fuera del Gobierno, Miguel Sebastián, entra reforzado y Pedro Solbes, confinado en sus territorios de Vicepresidente del Gobierno y Ministro de Economía, pero envuelto en un cierto celofán basado en la prosodia oficialista que se difunde en las versiones complacientes de los medios más afines. Solbes, en todo caso, tiene que desprenderse de un perfil de ‘salvador beatífico’ de las trapisondas, ejercer y reafirmarse en su papel de coordinador de la acción económica y empresarial de todo el gobierno.
Esperemos que, ante una coyuntura en la que se requieren nuevos gestores, los recién nombrados y el propio presidente, adquieran la responsabilidad que el momento exige. Que Sebastián rompa la trayectoria que trae el Ministerio de Industria con sus responsables. Es el momento de la política y de la gestión. No de monopolys.