¿Un gobierno con nuevas energías?

Las especulaciones en torno al cambio de estructura en el nuevo gobierno correspondiente a la segunda legislatura del Presidente José Luis Rodríguez Zapatero han introducido un aliciente mayor a lo que será la composición del Ejecutivo, que en otras ocasiones, dónde esta cuestión era simplemente un problema de nombres, e incluso de barones concretos y de influencias. Al parecer se trataría de conformar un nuevo ejecutivo, en el que, a partir de unidades, módulos, que conformarían una estructura estable y futura de organización de la Administración (agricultura, industria, energía, telecomunicaciones, medio ambiente, educación, etc…), pudieran estar adscritos a una u otra cartera, o departamento ministerial en función de la organización del gobierno que decida el jefe del Ejecutivo. Es algo que se ha ido produciendo de forma tendencial con el tiempo y que es semejante a la estructura de Secretarías de Estado y Secretarias Generales, pero más perfilada, si cabe. Al parecer, como resultado, podría darse un Consejo de Ministros más reducido con la existencia de varias Vicepresidencias o Superministros, que buscarían una mayor coordinación en la acción del gobierno y tendría un carácter más político. En todo caso, esta reforma debería servir para configurar gabinetes con mayor capacidad política
Por ejemplo, en ese sentido, tendría lugar la configuración de una Vicepresidencia en materia de sostenibilidad que podría aglutinar distintos de esos módulos: en materia de medio ambiente, cambio climático, etc… Evidentemente, la conformación de un gobierno de estas características tendrá un número importante de modificaciones, reclamaciones y transacciones todavía hasta que vea la luz, tal y como se ha prometido a mediados de abril como máximo. Al parecer quien ha participado muy activamente en la definición de este modelo de reorganización es la actual titular de Administraciones Públicas, Elena Salgado.
Todavía es pronto para conocer el resultado final de tal operación, pero es importante para conocer cual es el resultado y la adscripción de la energía en el próximo ejecutivo. Sobre todo, habida cuenta del balance de este ultimo año y medio, en el que todo el mundo ha señalado la importancia capital de la energía en un país como el nuestro, con una muy fuerte dependencia energética exterior, y a la par, estábamos asistiendo a una gestión fuertemente controvertida y criticada en manos del tándem Clos-Nieto.
En esa clave es en la que hay que tener en cuenta también los papeles del PSC, clave para esta segunda victoria electoral y del fuertemente emergente Partido Socialista de Euskadi. Algo que vuelve a complicar los grados de libertad del Presidente en la conformación del Gobierno. Más si tiene que conciliar afinidades electivas (como la propia de Miguel Sebastián) o el más importante y efectivo respaldo de los pesos pesados del partido durante la campaña y, sobre todo, la tranquilidad al electorado y a los mercados que ha aportado Pedro Solbes en materia de política económica y empresarial.
Por otra parte, parece que hasta el momento parece que había una convicción respecto a la vinculación de la energía al PSC (de hecho, tanto el Ministro de Industria, el Secretario General de Energía y la Presidenta de la Comisión Nacional de Energía, proceden de Cataluña). Y, en las que se podría encuadrar las palabras del pasado domingo de José Montilla, reclamando más poder transversal en el nuevo gobierno, frente al número de carteras ministeriales resultante. Con independencia de eso, parece descontado que Clos no figura en ninguna de las ‘quinielas’. En paralelo, aparece David Vegara o Carme Chacón, que seguramente recibirá un ascenso desde el Ministerio de Vivienda.
Por otra parte, y en este escenario, el Secretario General de Energía actual, Ignasi Nieto, parece que se ha trabajado el respaldo del Partido Socialista Catalán, pese a su desaparición física en cuestiones como el apagón del pasado verano en Barcelona (con una vinculación letal con Red Eléctrica de España y su presidente, que le desactiva unicamente en este campo, paradójicamente), su polémica actuación en el caso de la interconexión con Francia (cuestionada por colectivos ciudadanos y también por la administración francesa) o la política seguida por este Ministerio de Industria con Gas Natural que le ha llevado a que quede fuera del Medgaz (y presente un recurso contra el propio Ministerio) y con capacidad ilimitada de comercialización de gas. Todo ello, sin contar su colocación en el disparadero con la primera OPA de Endesa (algo previo a la actuación de Nieto). Lo que si está claro es que desde el punto de vista de los intereses energéticos de Catalunya, todo esto no configura un buen expediente, más bien todo lo contrario. En fin, el mundo catalán, y más concretamente el de la energía, se puede ver abocado a elegir, a la luz de este balance, si prefiere honra sin barcos, o barcos sin honra (sobre todo si la honra es ésta), es decir, si prefiere carteras ministeriales y posiciones altas en al Administración energética, o una actuación más racional.
Sobre todo, porque el otro elemento que cambia, más importante que toda la tramoya interna del ejecutivo, es el entorno. La necesidad de abordar reformas y problemas, muchos inducidos y agudizados en la última etapa: tarifa y déficit tarifario, la conformación de la generación en el futuro, la política exterior energética, la configuración de la órganos reguladores. Todo ello requiere superar los déficit gestores de la anterior legislatura y efectuar una coordinación en el plano económico, cada vez más ineludible, por su actual carencia trágica.
Esperemos un gobierno con nuevas energías. Veremos.