Una charnega ‘bien’

La presidenta de la Comisión Nacional de Energía, Maite Costa, “concedió” (porque estas cosas no se conceden, obviamente) hace unos días una entrevista al diario económico Expansión, que fue publicada ayer. La entrevista, como se puede ver, no tiene desperdicio, aunque tampoco tiene rastro alguno de información, es una entrevista de ‘carácter’ y ‘personalidad’ realmente. De hecho, está ubicada en una sección denominada Interiores, Buen Gobierno, Tendencias y Gentes, que parece estar destinada a la presentación del-lado-más-humano de directivos y empresarios, eso si, sin descuidar el prestigio del perfil profesional. Lo que pasa en el caso de la presidenta de la CNE es que de tanto presentar el lado humano parece que el resultado de la misma es que se han pasado de frenada, debido a su desproporción entre lo profesional y lo personal, con un efecto ‘boomerang’ imprevisible sobre la credibilidad de la entrevistada, incluso en círculos políticos.

Con un número importante y casi asfixiante de adjetivos, el artículo es una de esas entrevistas que de tanto repetir la palabra comedimiento, discreción, bruja buena, elegante, rigurosa, entre otros… se hace un plato fuertemente condimentado, indigerible para los estómagos delicados. Sabemos hoy más de ella, que nació en Madrid (es charnega, por tanto). A la vez, que es una mujer refinada: quien es su modista (Lydia Delgado), que gafas fashion utiliza (se las quita durante la entrevista), que está abonada al Liceo (y eso que no ha contado que ha cambiado dos veces el mobiliario de sus estancias en la CNE desde que fue nombrada). Lo que si es evidente, tras esta entrevista y tras estos tres años, es que hoy no sabemos nada de sus conocimientos en regulación, de los problemas presentes y de fondo en el sector energético, ni de sus convicciones sobre el papel de los reguladores independientes en este sector, ni del funcionamiento de los órganos colegiados, ni de si va a dar un paso adelante en el continuo ejercicio que realiza el Ministerio de Industria de demediar las atribuciones y decisiones regulatorias del organismo que preside, en contraprestación de la burocracia gestora que le adjudica.

Realizada a tres meses de su ‘cumpleaños como presidenta del organismo’ cualquier excusa es buena para justificar su presencia en los medios, por cosas diferentes a la realidad vigente, toda vez que Carmen Martínez Ten, presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear y la presidenta del BOE, Carmen Gomis, habían sacado ya sendas contraportadas en El País. Lo que el periodista dice de Maite Costa es que es una mujer refinada, amante de la ópera, vinculada a la burguesía catalana donde se ha anclado a pesar de sus origenes, ex-parlamentaria, catedrática de universidad (lo que ha hecho evidente dentro de la CNE y en las relaciones del organismo desde su llegada) y de costumbres aristocráticas. Parece que con esta entrevista ha querido salir a base de adjetivos de su constante cuestionamiento sobre su elegancia, algo que es muy personal y que no tiene que ver con el nombre del la modista que le viste. En términos literarios, este ejercicio está a medio camino entre Danielle Stelle y Corin Tellado: Mujer prudente, discreta, elegante, con gran minuciosa intelectual y de la que hace gala en la medida que lleva anotados sus pasajes preferidos en las obras del ‘bel canto’ a las que asiste.

Dos cuestiones particularmente preocupantes en particular de toda la entrevista. La primera, y teniendo en cuenta, los episodios corporativos pasados con Endesa y el momento actual en la operación sobre Iberdrola de EDF y ACS, la displicencia que muestra con el sector empresarial y las operaciones corporativas, como una gran representación, una obra de teatro, algo folletinesco remitiéndose a Hamlet y Macbeth (es lo que da título a la entrevista, como si quisiera emular a Manuel Conthe en lo culto y no en el conocimiento de la normativa regulatoria y de las operaciones societarias). Es algo abiertamente frívolo e inoportuno. La segunda, en un espacio editorial dedicado a los ‘recursos humanos’ y referido a la ‘gestión del talento’ el elogio hacia los equipos de la Comisión suena a excesivamente hueco, vacío, impostado (bajo su mandato han puesto torniquetes taladrando el mármol centenario del edificio de la entrada para controlar al mundo intelectual que hace posible los dictámenes e informes del organismo). Ayer, seguro, se podía intuir la conmoción en cada uno de los pasillos del organismo que preside Maite Costa, ante las declaraciones de quien les dirige.

Queda un análisis a realizar y es sobre la política de comunicación, no del organismo, sino de la propia imagen personal de Maite Costa. La presidenta de la Comisión Nacional de Energía dejó de estar en el candelero informativo hace un año, momento en que se incorporó su nuevo responsable de prensa, que inició una especie de protectorado e hizo una labor de asepsia (necesaria) en sus intervenciones públicas, que habían estado rodeadas siempre de polémica, como sus ruedas de prensa en las OPAs de Endesa. Pero, al parecer, es momento de colocarse ante lo que puede venir tras las elecciones y, por ello, el espíritu mediático revive. Desde su intervención en TV3 asustando a las compañías de distribución de hidrocarburos, a esta exhibición personal y de sus hobbys. Demasiado movimiento pendular. Un conjunto fallido y erróneo, sobre todo si el objetivo era ‘reposicionar la marca’, dado que lo que hace grande a alguien es lo que ese alguien es, no lo que intenta aparentar, lo sustantivo con respecto al adjetivo.

En toda tragedia, hay una parte de comedia, por ello, sería recomendable que lo siguiente sea intentar sacar el lado humano del Secretario General de Energía, Ignasi Nieto, pupilo de Costa como Director de Regulación en la CNE durante la primera parte de su mandato. Como seguro conoce Maite Costa en referencia a la ópera y la propia obra de teatro de Shakespeare, Falstaff, el que fuera tutor del rey Enrique V, es repudiado cuando éste llega al trono, lo que conforma una tragedia memorable. (A lo mejor lo de Nieto y Costa es lo de Falstaff).

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