De campeones nacionales a tercera regional

Recientemente, hemos conocido como los reguladores español y portugués en los ámbitos energéticos, han ‘armonizado’ su normativa para tomar en consideración la definición de lo que son operadores dominantes, fijando un umbral del 10 % a partir del cual se toma esta consideración. La consideración de “operadores dominantes”, tiene sus consecuencias sobre las empresas de nuestros respectivos países. Por ejemplo, en el ámbito español, las empresas con esta consideración no pueden realizar importaciones de energía a través de las interconexiones fronterizas y, además, tienen que realizar subastas de capacidad, las denominadas emisiones de energía primaria, con el fin de ‘mitigar su poder de mercado’.
La utilización de esta terminología de ‘mitigar el poder de mercado’, expresada así, contiene elementos bienpensantes y políticamente correctos, que movilizan a los activistas anti mercado. Incluso que abducen terminologías de corte liberal, para conseguir transformarlas y legitimar acciones puramente intervencionistas. Realmente el ‘poder de mercado’, con todas sus connotaciones negatias, así expresado, se manifiesta negativamente no de forma preventiva, sino a posteriori, por la posible actuación de las empresas, a través de lo que serían prácticas de abuso de poder de mercado: precios artificialmente más altos, comportamientos colusivos de los agentes, restricciones en la oferta, etc… Hasta el momento, en el mercado eléctrico español, queda por conocer caso alguno de estas características.
No se trata, por tanto, de una defensa de la existencia del ejercicio de estas prácticas (algo indefendible), en este caso, sino de la defensa de la existencia de un mercado en sí (algo necesario y mucho más eficiente). Porque una definición de estas características, sólo sirve para ejercer mecanismos previos de intervención para molturar a las empresas. Es reconocido por la propia Comisión Europea que tener más operadores en un mercado, no garantiza que exista un mercado, sino sus reglas y la conformación de su oferta. La existencia de sobreinversión o de sobrecapacidad o, por ejemplo, la incorporación de tecnologías que hacen poco previsible (y poco coordinable) a los agentes en sus decisiones, como es el parque de energía eólica, actúan mucho más contra ese presunto poder de mercado, que medidas orientadas a minimizar el tamaño de las empresas.
En este sentido, también recientemente hemos conocido como la propia Comisión Nacional de Energía, basado en un modelo de simulación del comportamiento de operadores en el mercado, ENERGEIA, al hilo de la crear un mercado a plazo de la energía, está centrando sus análisis en el poder de mercado (y su disminución) como eje de partida, en la consideración de que las subastas actuales de energía en su volumen y conformación, son insuficientes. Parece que hay trazada una línea que une el mercado a plazo con el poder de mercado, deja insinuar que éste se puede construir a partir de expropiar energía.
Furor ibérico
En este sentido, y en el ámbito internacional, paradójicamente, la propia Comisión Europea, además, baraja cifras más altas (un 25% de participación en un mercado) para que adquieran las empresas esa consideración de ‘operadores dominantes’. Por tanto, parece que hay un cierto ‘furor ibérico’ por combatir ese presunto ‘poder de mercado’ por parte de las empresas, y en especial, en el sector energético (sólo hay que ver lo que ocurre en sectores como las telecomunicaciones, la televisión a la carta o las cadenas de hamburguesas). Y, todo ello, en uno de los mercados energéticos más competitivos y que ha avanzado más en el proceso de liberalización de toda la Unión Europea, con la entrada de nuevos agentes.
Ejemplos claros, de todo esto es el propio mercado francés (tan de moda ahora en nuestro país) o el mercado alemán. Con empresas con porcentajes mucho más altos de participación en sus respectivos mercados, es decir, con mucho más ‘poder de mercado’ en sus países de origen que, además, fruto de un cierto papanatismo nacional patrio, pueden utilizar las intereconexiones eléctricas y autocomprarse energía para venderla aquí o bien, a través de las subastas de energía, adquirir la energía a los propios operadores nacionales y erosionar su posición futura.
Consecuencia: con ideólogos del combate feroz preventivo al poder de mercado, el objetivo es jibarizar empresas e intervenir para minimizar su capacidad. Entonces, no hay discusión posible: nada de empresas campeones nacionales, ¡todos a tercera regional! o a la venta a otros operadores de otros países.