La CNE debate el modelo regulador de los biocarburantes

El Consejo de Administración de la Comisión Nacional de Energía aplazó el jueves pasado la solución a la propuesta de regulación que prepara el Ministerio de Industria para fomentar el consumo de los biocarburantes. Previsiblemente en esta semana, el órgano que preside Maite Costa tendrá que emitir finalmente su dictamen, superando y completando el debate que quedo abierto a finales de la semana pasada. Lo que parece evidente es que la cuestión ha suscitado debate en el seno de este organismo y, que no se sabe bien, a ciencia cierta, cuál será la posición final de este organismo.
En este sentido, la clave de las regulaciones en materia de biocarburantes estriba en las distintas fórmulas utilizadas por parte de la Administración para promover su uso y las diferencias en cuanto al tratamiento del bioetanol y el biodiésel. El hecho de diferenciar su tratamiento en el cómputo de los porcentajes para el cumplimiento de la cobertura de niveles de consumo de biocombustibles se puede considerar el elemento diferencial de las políticas que siguen los distintos países de las Unión Europea.
En primer lugar, y como fórmula más extendida en la Unión Europea figura que el cómputo del consumo de los biocarburantes sea indiferenciado, es decir que dé igual si para cumplir el objetivo éste se realiza gracias al consumo de biodiesel o del bioetanol. Otra alternativa, empleada por Francia, y que ya ha anunciado que va a ser cambiada, es la de diferenciar y establecer niveles diferentes para el bioetanol y para el biodiésel. La tercera vía, empleada por Alemania y los Países Bajos, es la de fijar un nivel mínimo en cada uno de estos dos tipos de biocombustibles y permitir llegar al objetivo, una vez garantizados los mínimos, a través del consumo de bioetanol o biodiésel indistintamente. Esta línea es la que parece que la Comisión Europea parece apoyar como línea de futuro.
En todo caso, son variables de entorno para la fijación de estos objetivos, la conformación de la industria de refino de cada país, así como el nivel de ‘dieselización’ que tiene el parque automovilístico. Recordemos que la formula que ha enviado el Ministerio de Industria, a través de la Secretaría General de Energía, a la Comisión, sigue el criterio de diferenciar los niveles de bioetanol y de biodiesel, estableciendo fórmulas de penalización para los puntos de servicio que no logren estos objetivos, cuyos costes son dobles en el caso de no cumplir los objetivos de bioetanol.
Desde varias instancias, estiman poco justificables la diferenciación en el consumo de los biocombustibles a la hora del cumplimiento de los objetivos en nuestro país. En primer lugar, por el déficit de refino de diesel, frente a la gasolina, consecuencia del segundo elemento, la dieselización creciente de nuestro parque. Por otra parte, los recientes estudios publicados por la OCDE ponen en tela de juicio la eficiencia energética de determinados tipos de biocarburantes de primera generación en función de cómo ser realiza su producción, dado que la utilización de determinadas materias primas y el transporte de las mismas en sí, hacen muy costosa su producción y poco eficiente energéticamente en lo que se refiere a efectos de la reducción de emisiones de carbono. En el caso del bioetanol, estos informes solo salvan la producción en Brasil a partir de la caña de azúcar, dado que a partir de otros cultivos, su consumo, incluso de agua, los hace poco eficientes, e incluso pueden afectar a los precios de las materias primas y los alimentos.
Tendremos que esperar a las conclusiones de la Comisión Nacional de Energía para valorar la configuración final de la propuesta que sobre esta regulación hace la CNE.