Desoladora subasta en la CNE para la financiación del déficit tarifario ex ante

El proceso de subastas del déficit tarifario ha arrojado los peores resultados que podían preverse dada la situación de partida. En ese sentido, ha tenido que quedarse desierto por fuerza. De las siete entidades que habían cualificado para tomar parte en la subasta, finalmente solo dos presentaron sus ofertas. Ofertas por un importe muy inferior al que se subastaba en total, las dos ofertas sumaban un máximo de 400 millones de euros (lo subastado eran 1.500 millones de euros correspondientes a los déficit ex antes de dos trimestres de este año) y con unas ofertas en tipos de interés de vértigo, EURIBOR más 60 y 75 puntos básicos, respectivamente.
Es preciso tener en cuenta que, por ejemplo, la Deuda Pública española, sitúa sus tipos en el entorno del EURIBOR y una horquilla de menos 25 a menos 30 puntos básicos. Quiere decirse que las ofertas recibidas encarecerían fuertemente la financiación del déficit tarifario ex ante. Por tanto, es uno de los peores escenarios posibles, dado que situarse por encima del EURIBOR (EURIBOR+ X) ya era un umbral que determinaba un fracaso absoluto.
La apertura de ofertas, que tuvo lugar ayer y que fue tratado por el Consejo de Administración de la CNE en su Convocatoria Extraordinaria, no pudo encerrar un resultado más amargo para esta primera ocasión, en que este procedimiento encargado por la Secretaría General de Energía a la CNE se realizaba. Además, tiene otras concuencias, como es que aventura nuevos procesos más difíciles dado que supondrá una nueva desconfianza en el sistema, la del abandono.
Uno de los elementos clave era recibir respaldo institucional a la operación. Un marchamo que pudiera ser bien valorado por las entidades financieras interesadas en participar en la misma. En este sentido, hasta han existido dos líneas: la Dirección General de Seguros y el Banco de España por cuestiones diferentes. En primer lugar, la Dirección General de Seguros, a fin de que estos activos fueran recomendables a efectos de las coberturas de las reservas técnicas de las empresas aseguradoras. En segundo lugar, el Banco de España a fin de que las posiciones deudoras derivadas de estas operaciones no computen como capital regulatorio a efectos de coeficientes según las normativas de Basilea II. Al parecer ninguna de estas dos opciones ha resultado fructífera, pese a que en la mesa que gestionaba la subasta, estaba presente el Ministerio de Economía a través de la Dirección General del Tesoro.
En el comunicado oficial de la CNE, bastante lacónico, se recoge como ‘las ofertas presentadas pudieran no reflejar una valoración adecuada del derecho de cobro a largo plazo que se ha subastado’. Lo que parece cierto es que la lectura desde los mercados de capitales empieza a incorporar las actuaciones regulatorias que incluso han afectado a la forma de determinar los tipos de interés de referencia para estos activos. En consecuencia, la inseguridad jurídica y regulatoria, empiezan a cobrarse sus primeras víctimas en términos de prima riesgo y elevación de los tipos de interés.
Por otra parte, el escaso apoyo por parte del Estado a este activo, pone también en evidencia la capacidad desde el Ministerio de Industria para involucrar a la Administración económica en un proceso de estas características, y de tan amplío calado, y lo que es peor, lo dificulta para el futuro. Desde otro punto de vista, el organismo que dirige Maite Costa se lleva también la peor parte de este proceso: ha tenido que poner en marcha esta subasta, ha tenido cuatro sesiones con los agentes financieros y se encuentra en la soledad de explicar un resultado que también es consecuencia de actuaciones regulatorias que provienen del Ministerio (como el ya mencionado cambio en la fijación de criterios en los tipos de interés de referencia).
Si además tenemos en cuenta los mercados financieros, con fuerte aversión al riesgo y una situación de crisis de liquidez en los mercados importante desde este verano, el cóctel es explosivo. Ahora, ésa no puede ser la justificación oficial única, exclusiva y ¡externa! a esta cuestión, lo que impide identificar errores y responsabilidades. La crisis de los mercados financieros es, simplemente, uno de los datos que conforman el marco de referencia en que se han desarrollado esta subasta y las actuaciones paralelas no han facilitado que el producto sea atractivo.
Queda la solución de encomendarse a la porfía, decir (y conseguir) que este año el déficit tarifario será menor al final y rebañar la garantía de potencia. Como sea.