Una verdad incómoda

Tarde más o menos tranquila en el ciclo de conferencias que organizaba el Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid, hasta que llegó el Consejero de la Comisión Nacional de Energía, Luis Albentosa con una intervención sorprendentemente crítica, dada la autocomplacencia que suele ser habitual desde las tribunas oficiales o publicas, casi en cualquier sector. Exenta de eufemismos y demoledora en cuanto argumentos. La audiencia no salía, en muchos momentos, de su asombro ante lo que estaba oyendo, semejante carga de profundidad, en la medida que el ponente hacía una revisión crítica de la historia reciente del sector energético, poniendo el dedo en las llagas de las cuestiones de más candente actualidad.

Entre ellos, muchos argumentos públicos que están siendo objeto de discusión abierta en el sector desde hace meses: el déficit tarifario, la congelación de las tarifas por motivos políticos, la inestabilidad regulatoria, la ausencia de modelo de estrategia y política energética, el creciente papel de Red Eléctrica de España en el sistema, el debate entre el modelo TSO e ISO, el señalamiento del déficit de inversión en redes de transporte de energía. En ellos, se dedicó de una manera punzante y con poco resquicio para la justificación ni siquiera política. En eso, fue una intervención “políticamente incorrecta”, pero muy eficaz, apelando al Defensor del Menor para proteger a nuestros vástagos del déficit futuro (una metáfora especialmente afortunada).

Pero, lo que en realidad hizo Albentosa es dar coherencia y visión de conjunto a este panorama, como si escribiera un argumento, describiera los personajes y dibujase los planos de la película, poniendo la historia, en el símil cinematográfico, a este conjunto de hechos y situaciones concretas que se han venido dando en el sector energético español. Tras hacer un repaso de las actuaciones regulatorias a un paso de cumplirse los diez años de la Ley eléctrica, completó un recorrido para aseverar la existencia de una eventual involución sobre el modelo de liberalización aprobado en 1998 y alertar de los riesgos de no atacar el déficit y la subida tarifas, la inversión en redes, la elevación del precio de la energía eléctrica a partir del año 2008, fruto del cambio de condiciones climáticas, los precios del petróleo y los cambios en la propiedad de las empresas eléctricas y su necesidad de rentabilizar sus adquisiciones (como en el caso de Endesa, recientemente adquirida por Enel y Acciona)

Una de las partes más novedosas de su intervención, fue la dura crítica a las relaciones institucionales de los reguladores y a su papel: la debilidad política y funcional del regulador principal, el Ministerio de Industria, y la captura del regulador independiente, en este caso de la CNE, por el propio Ministerio. Con respecto a esta cuestión, puso en cuestión, desde el papel de la Comisión Nacional de Energía (desacreditada desde la OPA de E.ON, según él), el encuadre institucional de la energía como Secretaría General en lugar de Secretaria de Estado o Ministerio en la Administración General del Estado, los criterios de nombramiento de los Consejeros (una especie de premio del partido en el poder), la posible penetración en el interior del ‘organismo independiente’ del Ejecutivo, la utilización instrumental de la CNE y sus equipos técnicos, entre otras cuestiones, así como el deterioro de este órgano colegiado en beneficio de modelos más presidencialistas.

En conjunto, dibujó un escenario poco edificante, para los creyentes de la ‘independencia’, como base, principio y sentido de la articulación de las relaciones en las sociedades avanzadas en los sectores regulados. Sobre todo, en la medida de que se ha instalado un convencimiento generalizado de que es ‘normal y razonable’ que el partido en el poder controle los reguladores independientes, una tentación generalizada.

Seguramente que la intervención de ayer, va a escocer en muchos círculos y es contraria a la retórica de inauguración, ‘mantras’ medioambientales para discursos públicos y enunciados políticos ‘polite’ tan habituales (y más que se van ha hacer más presentes, si cabe, estamos en previo elecciones). Con todo, hay que agradecer la existencia de voces discordantes, que señalen los riesgos de morir de déficit y de extralimitación por no seguir la necesaria ortodoxia gestora de la Administración en un sector tan importante como el energético. Es necesario, que la ‘verdad oficial’ tenga su contrapunto en versiones profesionalizadas y despolitizadas como la que expuso ayer este Consejero.

Y, además, en un momento en que los presidencialismos imperantes arrostran la perspectiva de los expertos y de los gestores, Albentosa con su trayectoria y prestigio profesional, y su posición actual dentro del Consejo de la CNE, hizo ayer un ejercicio de independencia real, de coraje civil y de democracia. Quizá lo lamentable es que nos sorprenda una voz así en una tribuna pública. Una verdad incomoda.