Biocarburantes o mantequilla

El análisis económico establecía en las situaciones de decisión entre dos productos lo que se denominan curvas de indiferencia, que son combinaciones de productos que nos dan una utilidad semejante. Para ejemplar esas situaciones de decisión, los libros clásicos de economía proponían la pareja de bienes cañones y mantequilla. Una sociedad, con unos recursos limitados, podía elegir entre emplearlos en cañones (armas) o mantequilla (alimentos). Cada combinación 2 cañones, 10 mantequillas, 3 cañones, 8 mantequillas, obedecía a una lógica, significaba aumentar la cantidad de uno para renunciar a la de otro y, más o menos, cada elección binaria era algo semejante.
Recientemente en torno al asunto de los biocarburantes se ha procurado presentar el debate interesado de si son los causantes del aumento de precios de la agricultura, y por ende, de la alimentación. Un análisis del comportamiento de los agentes intermedios en el sector alimentario, ha evidenciado comportamientos especulativos en torno a determinados bienes, asociado a situaciones de escasez en determinadas cosechas de determinados países. Por tanto, se ha tratado de una discusión artificiosamente encendida por esta situación (por cierto, en los sistemas económicos, la especulación, con todos sus componentes peyorativos forma parte de la lógica de acción de los agentes).
Otra cuestión de otro cariz, son las políticas en torno a los biocarburantes están cobrando actualidad a raíz de la regulación que está preparando el Ministerio de Industria para potenciar su introducción en el mercado español. En el desarrollo de esas políticas debería tener mucho que ver, la propia eficiencia de este tipo de combustibles, la capacidad de reducción de emisiones contaminantes (cuestionada por muchos expertos, dado que si no, no hemos hecho nada), el parque de vehículos (gasolina o diesel), el estado del refino España y la demanda que los consumidores puedan realizar en sus decisiones, dado que en sí mismo conforman el mercado potencial. Así, son muchos los expertos que denominan ya a los biocarburantes, agrocarburantes, en la medida que sus procesos de producción de los que se denominan ‘biocarburantes’ todavía no son eficientes ni medioambientalmente, ni energéticamente, refiriéndose a la materia prima de la que se obtienen.
Por ello, la conformación de políticas que no tengan en cuenta este marco, tendrán un componente intervencionista desde la Administración Pública, mientras que políticas que sean respetuosas con este marco serán lo suficientemente neutras, para que el mercado evolucione en función del comportamiento de los agentes. Todo ello con dos cuestiones de fondo, la política agraria comunitaria por una parte, y por otra, la inversión que muchas empresas están realizando en plantas de fabricación de biocombustibles, atraídas por las expectativas que han generado. Por ello, las actuaciones de la Administración no son inocuas en ningún caso. Del mismo modo, la red de distribución de carburantes (estaciones de servicio) también tiene un papel clave en el desarrollo de este mercado y, a la luz de lo que se prevé un papel capital como ‘cuña’ en la regulación prevista.
En nuestra publicación, abordaremos los argumentos a favor y en contra en cada uno de estos puntos ‘críticos’, conoceremos los informes más relevantes a nivel nacional e internacional sobre esta materia, informaremos sobre la nueva regulación y sus previsiones, tendremos en cuenta la opinión de sus protagonistas, el comportamiento de las principales empresas del sector y desvelaremos la realidad del sector y de sus expectativas.