Conthe: mítico y desconcertante, la víctima propiciatoria de la OPA

Nos lo podemos imaginar llegando por la mañana en el coche, con unas anotaciones en un cuaderno. Las manos delgadas y huesudas, y esa mirada clara y firme que parecen rayos X. Levanta el teléfono y pide a su secretaria que entre a su despacho. Le va a dictar, con gesto muy serio una carta muy escueta, tan sólo unas líneas. Su secretaria le mira muy fijamente y no da crédito a lo que escucha, aunque sabe que no tiene remedio y se dirige al ordenador a preparar el escrito para que lo firme Manuel Conthe: va a anunciar su dimisión.
Conthe, víctima propiciatoria de todo este proceso de la OPA a Endesa, ha acabado presentando la dimisión ante las presiones del gobierno, el excesivamente insípido y tácito apoyo de Solbes (Conthe ya le había presentado en otra ocasión reciente la dimisión) y la presión de los propios miembros del consejo de la CNMV. La quiere presentar y explicar en el Parlamento (a Conthe le gusta explicarlo todo). Por eso le pide a Antonio Gutiérrez que la tramite en la Comisión de Economía del Congreso y éste no quiere facilitar el espectáculo.
Todos recordamos cuando Conthe fue al Banco Mundial y, descubriendo lo que descubrió, despilfarro y comportamientos poco edificantes, se dedicó a evidenciarlo y a denunciarlo, lo que le valió hacer también las maletas para volverse a España. Dicen los que le conocen que es hombre de profundos valores, ético, cabal, culto, austero e integro, dotado de un enorme liderazgo y carisma en las responsabilidades por las que ha pasado. Preso de las paradojas que tanto le gustan y que tanto cultivan, como buen amante de Alicia en el País de las Maravillas, por eso se envolvió en la bandera del Código de Buen Gobierno que el auspició para justificar los motivos de su dimisión.
La semana pasada podíamos leer en algún medio que Conthe podría ser el mejor presidente de la CNMV y, justamente, ayer anunció su dimisión. En el momento en que los otros actores de la OPA dejaban sin sentido su posición.
Posiblemente mañana Conthe obtendrá del Partido Popular, si cabe, un cierto respeto. El PSOE no lo reconocerá como suyo (el coste político que podría haber ocasionado si no se hubiera producido el tripartito energético podría haber sido de proporciones descomunales, pero se han salvado por la campana). Su decisión de dimitir puede que se amortice rápidamente, incluso que se silencie cuanto antes mejor, pero su talante mítico seguro que va a aumentar.
En un país en el que cada vez son menos habituales las dimisiones, el gesto de Manuel Conthe tiene un valor diferencial. Lástima que no cunda su ejemplo entre el resto de reguladores desprestigiados. Porque la salida de Conthe, además de ser una pérdida de equilibrio en el plano institucional, es un ejercicio de responsabilidad, un ejemplo de coraje civil y político, un ejercicio de democracia.