Un equipo económico y energético bajo cero

Dos cuestiones recientes han puesto de relieve la situación del gobierno en el plano económico y energético. Por una parte, la tarifa eléctrica para el 2007 resuelta con enorme desparpajo por lo político por la Vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega. Por otra, y también con la misma protagonista, el anuncio de que no se iba a producir la ampliación del período de vida de la central de Garoña. Ni rastro en estas dos cuestiones de los respectivos equipos del Ministerio de Economía y del Ministerio de Industria. Y en cuestiones tan importantes que hemos podido conocer, como el informe de la Comisión Europea sobre el estado de la regulación y del sector energético en nuestro país o los requerimientos para eliminar las condiciones que estableció la CNE a E.ON, resueltas ‘low profile’ para evitar el verdadero alcance de las mismas en nuestros comportamientos políticos.
Por ello, un día tendríamos que hacer un resumen de las acrobacias filtradas por el Ministerio de Industria durante el proceso de elaboración de la tarifa: desde pensar en una tarifa federal para trasladar a las Comunidades Autónomas la responsabilidad de la mejora de la distribución hasta las múltiples cifras de incremento de los precios de electricidad, que casi necesitaban análisis técnico. Menos mal que nos ayudaban a todos con las ecuaciones desde Cinco Días anticipándonos los resultados siempre con un día de adelanto, como poco. De la abundancia de información dosificada al silencio más absoluto, una vez que la Vicepresidenta entra en acción y esclarece un ‘sudoku’ de más de tres meses de duración, que se estaba resolviendo a prueba y error. Lo mismo se aplica a la fórmula de las nucleares, con la comunicación de la no prolongación de la vida útil de las nucleares, Garoña recientemente.
Luego queda un Ministerio, más o menos menesteroso dentro de muchas situaciones y urgencias sobrevenidas, con un equipo energético de escaso peso político. Su primera ejecutoria o carta de presentación, es el primer decreto de tarifas, que consiste en laminar el mercado eléctrico, trufando el decreto de medidas que atornillan el funcionamiento de mercado y que introducen una reforma regulatoria encubierta, sin debate y sin acceso de los agentes implicados, incluyendo la complicidad desde la presidencia de la CNE o su ninguneo consentido, mírese según convenga. Otras decisiones que han pasado por la Comisión en este tiempo, como la devolución de derechos de emisión de CO2 que acaba con el Plan Nacional de Asignaciones, las renovables con serias dudas de congruencia con el PER, la retribución de las infraestructuras o la prolongación de la moratoria nuclear, tampoco han estado exentas de fuertes polémicas. En conjunto, y en lugar de definir reglas de mercado, toda la ejecutoria regulatoria consiste en evaluar y medir las ganancias de cada agente: empresas de renovables, generadoras, distribuidoras, gasistas, etc…, identificar a las que ‘se forran’ y, finalmente, intervenir en su marco legal. Lo que supone estar siempre expuestos a los intereses espurios de cada momento y ocasión. Y si no, veáse el caso González-Adalid, el cambio de retribución de las eólicas, entre otros.
También habría que hacer un día un compendio de las argucias dialécticas que los responsables de Economía, han empleado para evitar o salir al paso de las preguntas sobre la necesidad de una mayor subida de la tarifa eléctrica y adecuar su importe a los costes de generación. O para no plantear el debate sobre el modelo futuro energético español. Una situación que poco a poco ha ido engrosando el denominado déficit tarifario hasta volúmenes inconcebibles y al que sólo se le presenta el ‘comodos plazos’ sujeto al calendario político. Por su parte, escasas aportaciones y propuestas desde la Secretaría de Estado de Economía de David Vegara a todas estas cuestiones, gracias a esa adormidera que produce el superávit público, la reducción de la inflación, el crecimiento del Producto Interior Bruto, que baje el petróleo y que además, todo se produzca a la vez y combinado. Solbes, tal y como dijimos en este mismo medio hace mes y medio, ha vuelto al armario.