Diagnóstico: desconexión de parque eólico

Hablábamos ayer de las desconexiones que están empezando a producirse en los parques eólicos, alcanzando un cierto volumen anticipatorio en el mes de marzo. Lo cierto es que lo que está en juego, la madre de todas las desconexiones, son los denominados ‘procedimientos de operación’. Un procedimiento de operación permite, entre otras cosas, por motivos de seguridad a Red Eléctrica conexionar (ordenar que entren en funcionamiento instalaciones de generación), desconexionar de la red (apaga centrales o corta a los parques eólicos), administrar la incorporación de energía a la red de transporte, actuar con los usuarios que tienen interrumpibilidad o cualquier otra decisión que recae en el ámbito de su actividad sobre el funcionamiento, organización y ordenación del sistema.
En este caso, los procedimientos que tienen que ver con las desconexiones de los parques eólicos son los denominados 3.2 y el 3.7. Estos procedimientos, establecen cinco causas para justificar las instrucciones de reducción (desconexión o recorte) de producción a los operadores renovables. Cuatro de ellas parecen más definidas o concretas. Hay una quinta más abierta. En todo caso, estos dos procedimientos indican únicamente las causas que obligan a cortar, pero no las cantidades a reducir. Las razones que se incluyen en estas causas son: existencia de huecos de tensión, congestión en el sistema (para garantizar la estabilidad de la red), existencia potencial de un cortocircuito, viabilidad de los balances de potencia (también denominadas, rampas). El quinto argumento, es la justificación más ambigua o, mejor dicho más opaca, es la denominada existencia de excedente de generación. Es decir que “sobra” energía en el sistema.
Según las fuentes consultadas estos procedimientos de operación adolecen de tres problemas principales: el primero es que un procedimiento de operación (un mecanismo de actuación meramente operativo) se ha convertido, en la práctica, en un procedimiento de microrregulación, lo que es una forma muy poco sólida de regular en manos de la ‘técnica operativa’ de REE. En segundo lugar, la figura de los «excedentes de generación» es de compleja (o imposible) interpretación, y en la que entran muchos factores como las predicciones, la energía de base, las tecnologías de punta, etc…. Finalmente, y aunque en una desconexión se comunica la causa desde el operador de sistema, al final no existe un protocolo intrínsecamente técnico que diga que cantidades que hay que desconectar. De facto, esto se traduce en que estas órdenes se materializan en un mandato directo desde el operador de sistema, sin muchas más explicaciones.
Una de las cuestiones que también está en juego es la aparición de ‘huecos de tensión’. Eventualidad para la que los parques eólicos deben estar preparados, algo que es un requerimiento legal desde la aprobación del R.D. 661/2007 y se está en fase de adaptación del parque eólico. Según los datos, de los 15.000 MW actualmente instalado, 2.000 están completamente adaptados a esta situación en estos momentos (los mas recientes, puesto que tecnológicamente ya es posible) y en 2009, quedarán adaptados más de 10.000 MW. Existen 3.000 MW que, por la antigüedad de los mismos o por sus tecnologías, se duda de que puedan adaptarse para cubrir estos huecos de tensión. Por tanto, las desconexiones por este motivo deben ser cada vez menores.
Fuentes del sector consultadas y de diversos operadores, entienden las desconexiones ocurridas durante el mes de marzo son más un aviso o un indicador, que permita afinar esta operación para el futuro de crecimiento de la potencia eólica. Por otra parte, no ocultan que existe diálogo con el operador de sistema en torno a esta cuestión que valoran como razonable. Su objetivo es que fruto de estas conversaciones se pueda ‘objetivizar’ la aplicación de estos procedimientos, sobre todo en las causas más ambiguas o interpretativas. Según manifiestan, la actitud en estos momentos de Red Eléctrica de España es más aperturista que la de los primeros momentos de la energía eólica, en que la desconfianza era total (algo que manifiestan como generalizado en los operadores de sistema europeos en su momento). De todas formas, siguen existiendo ciertas suspicacias ante estas tecnologías, aunque parece que las asperezas se han ido matizando en el trabajo conjunto, pero también aseguran que queda mucho por hacer y este es uno de los casos.
En resumen, parece que es necesario objetivar estos procedimientos técnicos de desconexión de la energía eólica, dado que en el futuro se podrían dar situaciones que afectarían a las inversiones realizadas, en la medida que no cuentan en sus estimaciones con las previsiones de cortes, máxime si no se puede concretar en qué situaciones se producirían los mismos, fruto de una posible y calculada ‘discrecionalidad técnica’.
Por otra parte, también se apunta a la necesidad de superar las propias limitaciones del sistema eléctrico: la necesidad de desarrollo de infraestructuras de transporte para la evacuación de la energía, capacidad de que los nodos de la red permitan la conexión por encima de los 500 MW (límite fijado por REE), de forma que que dejen ser cuellos de botella, en la medida que es casi imposible que todos operen simultáneamente, lo que daría un aprovechamiento más eficiente al sistema. Y, claro está, la transparencia en los procedimientos que permita conocer el impacto con mayor precisión de estas desconexiones y su alcance.