En el laberinto renovable, de la retroactividad y la negociación

La noticia corrió como la pólvora. La propia patronal fotovoltaica, ASIF, estimaba que el 28 % de las plantas fotovoltaicas (entre 600 y 1000 MW) podrían estar en situación irregular a efectos retributivos al haber sido «forzada» su entrada antes del 30 de septiembre de 2008 en el modelo retributivo ostentóreo que le precedía. Así lo recogía en su crónica el diario El Mundo, poniéndose la patronal al frente de la manifestación y ofreciendo los 1.300 millones de euros que le salen de las estimaciones de las irregularidades en sus cuentas, derivadas de las actuaciones inspectoras de la CNE y sus inconcretas consecuencias, para enjugar el recorte de primas que Industria había pensado para el sector.
Noticia que acaba con las filtraciones procedentes de la Comisión Nacional de Energía y que se basaban en la publicación, más o menos continuada, en un medio de comunicación concreto sobre insinuaciones, indirectas y una colección de situaciones excepcionales y disparatadas. Todas ellas expuestas con profusión, pero sin mucha concreción, ni cuantificación hasta este momento, junto con el correspondiente explaye correspondiente en los onerosos beneficios de los titulares de las instalaciones, con los que en las crónicas se despachaban a gusto por su perfidia.
En el fondo, la noticia se basa en la aceptación de la culpa de lo conocido y su cálculo por lo mayor. Seguramente que la hilaridad se masticaría por los lares de Maite Costa y el consejo caducado del organismo, dado que en su tiempo, como se pudo saber, hasta planeaban perseguir los paneles solares con helicópteros. Quizá sea la forma más esotérica de admitir una responsabilidad o de convertir una amenaza en una oportunidad.
En esa misma secuencia del relato de las renovables en el laberinto, cobraron fuerza, los dimes y diretes en torno a la retroactividad de la propuesta esbozada por Industria, consistente en reducir las horas máximas que cada tecnología tendría sujeta al esquema retributivo de las primas. Eso y el alineamiento de los tres presidentes de las grandes eléctricas para que se reconvenga el volumen de primas y su efecto sobre la tarifa (y sobre la expulsión de otras tecnologías, menos el carbón, convenientemente garantizado). Hasta el presidente Zapatero, en su omniscencia, ya ha intervenido en el asunto, mostrándose contrario a la retroactividad, atendiendo al ejercicio de visitadores de la Moncloa: algunas entidades financieras, algunos fondos de inversión y a las asociaciones sectoriales (como decíamos ayer lobby de altura en el laberinto).
Por ello, se pudo leer en los medios una lucha cruzada: indulto al fraude, contra programa de limitación y reducción horaria de las primas y reducción de nueva capacidad. Esa es la jugada abierta actualmente, si se despliega en su totalidad.
En todo esto, vale la pena recordar la famosa escena de Groucho Marx en la cual se producía el siguiente diálogo: «¿Se acostaría usted conmigo por un millón de dólares?» Y la respuesta de la señora era: «Por supuesto» , a lo que el glorioso marxista respondía «¿Y por un dólar?». A tal aseveración, la misma mujer respondía «¿Quién se ha creído usted que soy?». Concluía Groucho «Eso está claro: ahora lo que falta es regatear». Lo que está claro es que la propuesta de Industria de «limitar» las horas sujetas a la retribución con prima, es decir, ajustar los efectos en tiempo anual del modelo retributivo anterior, en el caso de las renovables y la discusión sobre la naturaleza retroactiva de la propuesta, tiene el punto de no saber lo que es carne y lo que es pescado si hablamos de retroactividad.
En todo caso, parece que la propuesta tiene visos de no ser retroactiva, per sé, debate que empieza a apagarse. Industria, a la vista de la factura energética, parece que se ha abonado a la estrategia de aprovechamiento de la realidad y a exprimir la legalidad y los huecos de una regulación pensada para la inseguridad jurídica.
Si, en su momento, la propuesta de hacer pasar en la Unión Europea, como una cuestión de carácter estratégico las ayudas al carbón resultó una jugada maestra tras el encargo presidencial de ayudar a esta tecnología, al colectivo regionalizado afectado y a sus empresas, esta ingeniosa propuesta de limitación horaria en el caso de las tecnologías renovables, tampoco se queda atrás y sirve para que los afectados se lleven las manos a la cabeza al ver que las acusaciones de retroactividad pueden ser sofocadas convenientemente.
Volviendo al principio de nuestra crónica, nadie sabe si los 1.300 millones ofrecidos de forma propiciatoria por ASIF serán suficientes en esta fase de la negociación (en el fondo, se podrían dar por descontados y amortizados de producirse por tal montante el resultado inspector de la CNE, cuestión, por otra parte, hoy imprecisa). En todo caso, parece que para bajar la tarifa y el déficit nada es suficiente, dado que todo lo devora y no es seguro que el resultado del proceso inspector de la CNE, su trámite sancionatorio y sus consecuencias den todos los frutos que se sugieren, dada su imprecisión actual.
Al parecer, y a sensu contrario, Miguel Sebastián en cambio ofreció la amnistía a los inspeccionados de las instalaciones fotovoltaicas que resultasen fraudulentos. Pero bueno, aclarémonos, en el fondo tampoco es nuevo y, por tanto, tampoco es retroactivo: es lo mismo de siempre en el sector energético español, con sus procesos y visiones parciales, en que la suerte va por barrios y por días. Nadie puede estar tranquilo.