Las circunstancias geopolíticas parecen dar un respiro al crudo

El precio del petróleo experimentó una pérdida del 10 por ciento en sólo cinco días, durante una semana en la que los temores a un enfriamiento de la economía pesaron más que la debilidad del dólar.
Si la semana pasada los mercados sufrieron convulsos altibajos, con máximos de hasta 147 dólares por barril, durante los últimos días las cotizaciones del «oro negro» tendieron claramente a la baja.
Ya el lunes, los valores del petróleo en los mercados de Londres y Nueva York abrieron con pérdidas respecto al cierre de la semana anterior, una tendencia que se mantuvo inalterada toda la semana.
En el londinense Intercontinental Exchange Market, el crudo Brent de referencia en Europa, cerró ayer a 130,19 dólares por barril, 13,73 dólares, (9,5 por ciento menos) de los precios que se pagaban a principios de semana. Esa cotización contrasta con el precio récord de 147,27 que llegó a alcanzar el barril de Brent hace una semana.
Más dura fue incluso la caída del Texas estadounidense, que se pagó el viernes a 128,88 en la Bolsa Mercantil de Nueva York. Entre el lunes y el viernes, el coste del crudo de referencia en Estados Unidos bajó 16,3 dólares por barril (un 11 por ciento). Sólo de lunes a martes, el barril Texas perdió 6,44 dólares de una vez, el mayor descenso en 17 años. Hace únicamente siete días, el Texas alcanzó marcas intradía de 147,27 dólares/barril, un precio inédito en el parqué neoyorquino.
Las declaraciones el pasado martes del presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, alertando de las dificultades de la economía estadounidense, fueron el principal detonador de la bajada de precios.
Bernake llegó a afirmar que el alto coste de los carburantes y la crisis financiera están haciendo que los consumidores reduzcan la demanda de combustibles.
El responsable de la política monetaria estadounidense añadió que el panorama inflacionario es «inusualmente incierto» y reconoció que el crecimiento económico avanzará más lento durante el resto del año, principalmente debido al débil mercado inmobiliario, los elevados precios del petróleo y las condiciones crediticias más estrictas.
Las declaraciones de Benanke, en las que reconoció que la economía estadounidense afronta «numerosas dificultades», obligaron al presidente de Estados Unidos, George Bush, a lanzar un mensaje de tranquilidad y mucho más optimista sobre la marcha económica del país.
Al día siguiente, el Departamento de Energía de EEUU anunció que las reservas de petróleo de ese país aumentaron en tres millones de barriles pese a que los expertos esperaban un descenso de 1,6 millones, un dato que contribuyó a moderar las cotizaciones del «oro negro» y alejarlas de las marcas históricas de la semana pasada.
Además, en su informe mensual, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) vaticinó una ralentización del crecimiento de la demanda mundial de crudo, con un incremento del 1,20 por ciento este año y algo inferior, del 1,03 por ciento, en el año 2009. El cartel petrolero afirmó que «la nueva estructura del precio y el debilitamiento de la economía mundial han contribuido a frenar el crecimiento de la demanda de crudo en muchas regiones».
La consultora JBC indicó que también ha ayudado a calmar al mercado la decisión de Washington de enviar a un representante a la reunión que la UE e Irán celebran en Ginebra sobre el programa atómico iraní.
El subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, William Burns, será testigo del encuentro entre el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, y el negociador de Irán, Said Jalili, en un encuentro que podría dar un giro alentador a uno de los conflictos geopolíticos que más afectan al precio del crudo.
Irán, socio fundador de la OPEP y cuarto productor mundial de petróleo, tiene además el control del estrecho de Ormuz, por donde se transporta el 40 por ciento del «oro negro», por lo que la tensión entre el régimen de los Ayatolás y Occidente es seguida con especial ansiedad por los mercados.